Me hace mucha ilusión visitar a Zagreb porque es donde siempre me siento bien y me parece como si hubiera pasado demasiado tiempo desde la última visita, aunque apenas había pasado un año.
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Su nombre se debe al Obispo, político, y nombre más importante de la escena social y política en la Croacia del siglo XIX. Muy cerca se encuentra el Instituto Hidrometeorológico del Estado, a una altura de 158 metros.
Desde 1862 los meteorólogos diariamente miden y registran los datos de las condiciones meteorológicas. Son muy pocas las ciudades que puedan presumir de tal continuidad en el registro de datos, lo cuales sirven para analizar los cambios climáticos globales.
Debajo de los castaños los paseantes disfrutan en compañía del poeta A. G. Matoš de la panorámica más romántica de Zagreb. La escultura, obra del escultor Ivan Kožarić, fue colocada en este paseo en 1978. Aunque no nació en Zagreb, Antón Gustav Matoš (1873 – 1914) es uno de los mayores amantes de esta ciudad.
Sin pelos en la lengua escribió folletines, diarios de viajes, críticas y polémicas con las cuales escandaliza y fascina a sus contemporáneos. Su lirismo se ha convertido en una de las obras más valiosas de la literatura croata. Tras una vida bohemia, en soledad, murió muy joven y su memoria quedó en la historia como un rebelde y soñador.